
Goran Ivanisevic ha hablado por primera vez en profundidad del adiós como técnico del tenista número uno del mundo, relatando incluso momentos de extrema tensión: “En la final de Adelaida ante Korda, nos increpaba todo el rato cuando iba perdiendo”
Una de las noticias de lo que va de 2024 en lo que al tenis respecta es, sin duda, la salida de Goran Ivanisevic del equipo de Novak Djokovic. Hace apenas unos días, el croata, campeón de Wimbledon en 2001 y exnúmero dos, decidió dejar de ser el entrenador del mejor jugador del mundo, con el que llevaba trabajando desde junio de 2019. Una auténtica bomba en el circuito, teniendo en cuenta que el serbio ha conseguido 12 de sus 24 Grand Slam a sus órdenes.
“Goran y yo decidimos hace unos días dejar de trabajar juntos. Nuestra química en la pista tuvo sus más y sus menos, pero nuestra amistad siempre fue sólida como una roca. De hecho, estoy orgulloso de decir (aunque no sé si él lo está), que aparte de ganar torneos juntos, también hemos tenido grandes batallas al parchís durante años. Y ese torneo nunca parará para nosotros. Sefinjo, gracias por todo, mi amigo. Te quiero”, fueron algunas de las palabras empleadas por Djokovic a la hora de anunciar la ruptura.
“Queríamos innovar y traer un saque mágico a nuestro dúo”, llegó a exponer Nole también, resultando precisamente su mejoría al servicio una de las grandes aportaciones de Ivanisevic a un juego que ya era bastante portentoso y que aún creció más gracias a esta asociación. Hasta la fecha, el técnico no se había pronunciado en detalle sobre los motivos para cortar lazos con Djokovic. Ha dado unas cuantas explicaciones al respecto en una entrevista en profundidad con Sportklub. Carlos Alcaraz, por supuesto, no podía dejar de aparecer en la conversación.
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El papel de Alcaraz en la ruptura entre Djokovic e Ivanisevic
Ivanisevic no se ha mordido la lengua al exponer bien a las claras por qué ya no está en el equipo de Djokovic. “No existe una razón concreta, pero hay que reconocer que ambos tenemos una sensación de fatiga y saturación. A veces, la gente olvida toda la tensión que hemos tenido que afrontar juntos, como cuando era señalado como el mayor villano del planeta por todo lo que ocurrió durante la pandemia. Llegamos a un punto de saturación en el que yo me cansé de él y él se cansó de mí. Además, yo tenía la sensación de que no podía serle útil ya”, reconoce.
En verano de 2023, todo empezó a resentirse. Los aficionados españoles saben bien qué ocurrió entonces. “Me di cuenta de que estábamos llegando a ese punto por primera vez el año pasado, en Estados Unidos, aunque la derrota en la final de Wimbledon nos afectó muchísimo, especialmente a mí. Luego ganó a Alcaraz aquel partido memorable en Cincinnati y yo ya sabía que nuestro final estaba cerca. Quizá deberíamos haberlo dejado después del US Open, pero me operé de la rodilla y lo dejamos correr”, ha confesado Ivanisevic.
Tampoco ha tenido inconveniente en volver sobre las escenas más peliagudas de la etapa junto a Djokovic. “Habitualmente, he leído que la gente consideraba inadmisible cómo nos comunicábamos cuando él estaba en la pista. Lo cierto es que él gritaba mucho preguntándonos cómo podía mejorar, se sacaba así la tensión, y era complicado responder porque apenas nos oíamos”, admite.
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Recientemente, hubo un episodio especialmente chocante: “En la final de Adelaida ante Korda, nos increpaba todo el rato cuando iba perdiendo y Carlos Gómez-Herrera le dijo que encontrara su paz interior. Nos miró enfadado y dijo que no sabría a quién matar antes de los tres (estaba el fisio también). Encontró la manera de dar la vuelta al partido y nos partimos de risa en el vestuario recordando ese momento. Entiendo perfectamente eso porque he sido tenista”.
En cuanto a las derrotas sufridas por Djokovic en estos primeros meses del año, Ivanisevic pone sobre la mesa la que a su juicio ha sido la más dura. “Ante Nardi, creo que el primer set que jugó fue el peor que le he visto en estos cinco años. No estaba listo para esa batalla”, opina. Aunque no resultó sencillo ser su preparador, la balanza se decanta más hacia las cosas positivas: “Siempre he estado a todo por él, incluso a morir si fuera necesario”.
(Con información de Infobae)