
Los rehenes liberados antes del intercambio del sábado han expresado alivio y alegría, pero también se van filtrando descripciones del tormento que padecieron.

Doron Steinbrecher juró que nunca volvería a vestir de rosa cuando hizo sus primeros comentarios públicos en un video tras ser liberada de más de 15 meses de cautiverio de Hamás en Gaza.
Hace un año, había aparecido en un video realizado por sus captores vistiendo una sudadera de color rosa pálido. Cuando el grupo militante palestino Hamás la liberó el mes pasado, iba vestida con un conjunto deportivo de color magenta brillante y se veía pálida.
Sentarse de nuevo delante de una cámara la devolvió a los difíciles momentos en que sus captores la filmaron en Gaza, dijo Steinbrecher, de 31 años, en el video, mostrándose serena y sonriente en algunos momentos.
“Esta vez, estoy sentada cómodamente en un sofá con mi familia observándome en un lugar cálido y agradable”, dijo. Tratando de transmitir que no se había quebrantado, dijo que era importante para ella mostrar a todos que “estoy bien”.
Mientras las familias y los simpatizantes, tanto en el país como en el extranjero, luchaban tenazmente por la liberación de los rehenes israelíes, la mayoría de la gente los conocía solo como rostros que aparecían en carteles. Ahora, con 16 israelíes liberados desde el 19 de enero en virtud del acuerdo de alto al fuego con Hamás, esos rostros inquietantes cobran vida en videoclips, publicaciones en las redes sociales y declaraciones de familiares que ofrecen destellos de la alegría y el alivio de la libertad, así como indicios del tormento que han soportado.
Los breves mensajes que han enviado han sido en su mayoría expresiones de gratitud a todos aquellos que trabajaron por su liberación y súplicas para que no se rindan hasta liberar al último rehén.

La urgencia de ese mensaje se hizo aun más patente el sábado, cuando muchos israelíes quedaron conmocionados al ver el demacrado estado de los tres últimos rehenes que fueron liberados: Eli Sharabi, de 52 años; Or Levy, de 34; y Ohad Ben-Ami, de 56.
Algunos familiares han dicho que a los rehenes liberados anteriormente se les privaba a menudo de alimentos, sufrían graves pérdidas de peso y masa muscular y rara vez veían la luz del sol. Los familiares dijeron que algunos de los rehenes tenían al menos acceso ocasional a la radio o la televisión y oían o veían a sus familiares haciendo campaña por su liberación, lo que les ayudaba a sobrevivir.
El coronel Avi Benov, médico y subjefe del cuerpo médico del ejército israelí, dijo a los periodistas que varias de las rehenes liberadas recientemente habían pasado los últimos ocho meses bajo tierra en los túneles de Hamás en Gaza. Algunos rehenes que fueron liberados en noviembre de 2023 han descrito una humedad sofocante en los túneles, lo que les dificultaba la respiración.
Benov dijo que las siete primeras mujeres liberadas recientemente sufrían “inanición leve”, mientras que algunas aún tenían metralla en el cuerpo de las heridas que sufrieron el 7 de octubre de 2023.
Ese fue el día en que Hamás dirigió un ataque desde Gaza contra el sur de Israel que terminó con unos 1200 muertos y unas 250 personas llevadas a Gaza como rehenes. El ataque desencadenó una guerra de 15 meses, en la que la ofensiva israelí en Gaza mató a decenas de miles de palestinos y devastó el territorio.
De los aproximadamente 250 cautivos, decenas fueron liberados durante una tregua de una semana a finales de ese año, mientras que algunos han muerto en cautiverio. Más de 70 rehenes aún no han sido devueltos, incluidos al menos 35 que se cree que han muerto, según el gobierno israelí.
Se espera que se libere a un total de 25 rehenes, junto con los cadáveres de otros ocho, durante el alto al fuego inicial de seis semanas que entró en vigor el mes pasado.
Están siendo canjeados por unos 1500 prisioneros palestinos, algunos de ellos condenados por matar a israelíes. Los palestinos liberados, muchos de los cuales habían permanecido recluidos sin cargos, afirman que se enfrentaban a duras condiciones en las cárceles y centros de detención israelíes.
Algunos de los rehenes israelíes habían sido obligados a aparecer en videos filmados por sus captores en Gaza, una práctica que los grupos de derechos humanos han denunciado como trato inhumano que podría equivaler a un crimen de guerra. Funcionarios israelíes los han calificado de forma de guerra psicológica.
Hace unos meses, el ala militar de Hamás emitió un comunicado en el que afirmaba que un rehén había sido asesinado y difundió imágenes borrosas en las que aparentemente se veía un cadáver envuelto en una mortaja. Un primer plano mostraba un tatuaje idéntico al de Daniella Gilboa, una de las mujeres soldados vigías capturadas en una pequeña base militar cercana a la frontera de Gaza.

El 2 de febrero reflexionó sobre su terrible experiencia en una extensa publicación en Instagram. Dijo que su fe y la observancia de los rituales judíos la habían ayudado a salir adelante. Dio las gracias a sus simpatizantes por no creer los rumores de que la habían matado en Gaza.
Liri Albag, otra de las vigías, celebró su cumpleaños número 20 mientras se recuperaba en el hospital.
Steinbrecher fue secuestrada en su casa de Kfar Aza, comunidad rural cercana a la frontera de Gaza.
En el video que publicó, su aspecto contrastaba claramente con los videos de rehenes grabados cuando estaba pálida y llevaba el pelo rubio recogido en una trenza. Ahora tenía el pelo oscuro y bien peinado hasta los hombros, y vestía de negro, con largos collares, una placa de identificación y un alfiler amarillo en solidaridad con los rehenes. Dijo que ya no era la persona de los videos de Gaza.
“Soy Doron. Tengo 31 años. Ya no estoy cautiva de Hamás y estoy en casa”, dijo.
Los rehenes recientemente liberados han permanecido en gran medida protegidos de la mirada de los medios de comunicación y no han concedido ninguna entrevista hasta ahora. Los profesionales médicos y de salud mental afirman que preservar su intimidad es esencial para el largo proceso de curación.
Las imágenes difundidas por el ejército de las emotivas reuniones de los rehenes con familiares cercanos han dado una idea de la euforia que rodea su regreso.
“¡Papá, volví viva!”, gritó a un celular otra rehén liberada, Romi Gonen, de 24 años, tras reunirse con su madre el 19 de enero.
Los expertos afirman que el largo cautiverio causó daños físicos y psicológicos, y que la rehabilitación completa llevará tiempo.
“Estamos recorriendo un camino muy lento”, dijo Noa Eliakim-Raz, jefa de la sala de repatriados del Hospital Beilinson. “Por supuesto, vemos altibajos. Cada día es diferente”.
Algunos de los rehenes liberados regresaron con heridas del asalto del 7 de octubre. Emily Damari, de 28 años, perdió dos dedos tras recibir un disparo en la mano y también le dispararon en la pierna.
Es hincha del equipo de fútbol israelí Maccabi Tel Aviv, y en uno de sus partidos del lunes pasado se proyectó en una pantalla gigante un video mensaje de Damari.Dio las gracias a los jugadores, a los directivos y a los seguidores por luchar por su libertad.

Gonen sigue sufriendo una herida en el brazo y necesitará una operación complicada, ha dicho su madre.
Gadi Moses, de 80 años, agrónomo a quien secuestraron en su casa de Nir Oz, pueblo cercano a la frontera de Gaza, fue liberado el 30 de enero, con aspecto demacrado. Casi tan pronto como regresó a Israel, se comprometió a hacer todo lo posible para rehabilitar su devastada comunidad.
Su sobrina, Efrat Machikawa, dijo más tarde a los periodistas que Moses había permanecido en la superficie durante todo su cautiverio, pero que lo trasladaban con frecuencia de un lugar a otro.
Encerrado en habitaciones solo, dijo, se ejercitaba contando los pasos y marcando el ritmo de más de 9 kilómetros al día, mantenía su mente activa con cálculos y otras técnicas. Y permaneció pensando positivo.
Cuando lo vio en el hospital, la tranquilizó: “Estoy vivo. ¡Soy normal!”.
“La soledad se convierte en un enemigo”, dijo Machikawa. “Consiguió crear una rutina que mantuvo su cordura”.
(Con información de The New York Times.)