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Andrei Sajarov, el genio nuclear de la Unión Soviética y Premio Nobel de la Paz que Putin ordenó olvidar

In Internacionales
agosto 11, 2023

El “padre de la Bomba H” se convirtió en un líder de la prédica pacifista ante el riesgo de un enfrentamiento nuclear durante la Guerra Fría

 

La historia personal del físico ruso Andrei Sajarov, teórico de la fusión nuclear y creador de la primera bomba de hidrógeno de su país, es la crónica del autoritarismo político de la Unión Soviética a lo largo de gran parte del siglo XX, cuyos últimos capítulos de represión cívica llegan hasta el día de hoy. Nacido en Moscú en 1921, el destacado científico fue un protagonista central de la Guerra Fría hasta que su corazón se detuvo en diciembre de 1989, un mes después de la caída del Muro de Berlín.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial y apadrinado por su colega Igor Tamm, Sajarov completó su doctorado en Física Teórica en el Instituto Lebedev de la Academia de Ciencias de Rusia. Ambos investigadores avocados al control de la fusión termonuclear serían los primeros científicos de su país en completar la fabricación de una bomba de hidrógeno.

Denominada RDS-6s, su exitoso lanzamiento se produjo el 12 de agosto de 1953 en la ciudad de Semipalátinsk (actual territorio de Kasajistán), donde por entonces se había construído la principal instalación de pruebas nucleares de la antigua Unión Soviética. La RDS-6s fue detonada en la superficie de la tierra. La carga se fijó en una torre de acero de 40 metros y las imágenes de la explosión fueron vistas a más de 100 kilómetros de distancia. Por esas paradojas de la historia en la misma región de Kasajistán había sido confinado entre los años 1854 y 1860 el escritor Fiodor Dostoyevski por orden del Zar Nicolás I.

Josef Stalin, que gobernó con mano de hierro la Unión Soviética entre 1929 y 1953, no pudo contemplar personalmente el objetivo nuclear que se había propuesto desde los inicios de la Segunda Guerra Mundial, ya que falleció el 5 de marzo de ese mismo año.

Además de su ingreso como miembro pleno de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, Sajarov recibió tres altas condecoraciones del gobierno de su país. Durante la segunda mitad de la década del ´50 el padre de la Bomba H continuó profundizando sus investigaciones nucleares, las que llevaron a la Unión Soviética a detonar en octubre de 1961 la llamada “Bomba del Zar”.

El artefacto de cincuenta megatones de potencia nuclear fue lanzado desde un bombardero Tupolev al Mar de Barents. Este experimento inédito se convirtió en la más potente detonación realizada hasta ese momento.

Se estima que entre las bombas atómicas lanzadas por orden del presidente norteamericano Harry Truman sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki los días 6 y 9 de agosto de 1945, y la entrada en vigencia del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (TPCEN) en 1996, se realizaron más de 2000 ensayos nucleares en todo el mundo. Estados Unidos llevó a cabo 1032 pruebas entre 1945 y 1992. La Unión Soviética, 715 entre 1949 y 1990. El Reino Unido, 45 entre 1952 y 1991. Francia, 210 entre 1960 y 1996. China, 45 entre 1964 y 1996. India, 1 en 1974.

La toma de conciencia de Sajarov sobre los riesgos de una confrontación nuclear entre los Estados Unidos y la Unión Soviética (había estado presente en la primera detonación atómica soviética el 29 de agosto de 1949), llevaron al científico a comenzar su prédica pacifista a nivel global. En 1964, junto con otros 24 destacados intelectuales y artistas, advirtió al presidente soviético y secretario general del Partido Comunista Leonid Brezhnev sobre los riesgos de la vuelta las peores prácticas políticas del estalinismo.

A picture of Andrei Sakharov on the Berlin Wall as the spread of the coronavirus disease (COVID-19) continues. Berlin, Germany March 22, 2020 REUTERS/Reinhard KrauseA picture of Andrei Sakharov on the Berlin Wall as the spread of the coronavirus disease (COVID-19) continues. Berlin, Germany March 22, 2020 REUTERS/Reinhard Krause

Tres años después, en medio del agravamiento de la Guerra de Vietnam y en simultáneo a la muerte de su enemigo íntimo estadounidense Robert Oppenheimer, Sajarov le envió una carta personal a Brezhnev bregando por una paz definitiva entre ambas potencias. Esa carta crítica de la carrera armamentista de su país sumada a la protesta pública que formulara por la invasión de Checoslovaquia ordenada por Brezhnev en 1968, convirtieron a Sajarov en uno de los enemigos políticos más importantes del régimen comunista.

En julio de ese mismo año el creador de la bomba de hidrógeno adquirió renombre mundial cuando el New York Times le dedicó tres páginas con el título de “Texto del ensayo de un físico nuclear ruso instando a la cooperación soviética-americana”, a su catecismo humanista que él había bautizado como “Thoughts on progress, peaceful and intelectual freedom”.

En 1970 fundaría el Comité de Derechos Humanos de Moscú a pesar de las presiones políticas del régimen y de la permanente vigilancia de la KGB sobre sus movimientos.

El respeto a los derechos humanos, la búsqueda de la justicia social y la defensa del medio ambiente, la toma de conciencia sobre el daño irreversible del consumo de drogas y la más amplia defensa de la libertad académica fueron los pilares de la prédica oral y escrita divulgada por uno de los más importantes científicos de la historia de la Unión Soviética.

En 1975 Sajarov fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, pero como era de esperar, el gobierno de Brezhnev le negó el visado para viajar a recibirlo. En su lugar lo hizo su esposa, Yelena Bonner, quien leyó un texto escrito por Sajarov ante las autoridades de la academia de Oslo. Así comenzaba: “Paz, progreso, derechos humanos, estos tres objetivos están indisolublemente ligados entre sí: es imposible alcanzar uno de estos objetivos si se ignoran los otros dos”.

Y en un párrafo que constituyó una las más feroces críticas al régimen comunista de la posguerra, Sajarov afirmó que “en la Unión Soviética de hoy muchos miles de personas son perseguidas a causa de sus convicciones, tanto por órganos judiciales como no judiciales, por causa de sus creencias religiosas y por su deseo de criar a sus hijos en el espíritu de la religión, por leer y difundir a menudo, solo para unos pocos conocidos, literatura que no es bien recibida por el Estado, pero que de acuerdo con la práctica democrática ordinaria es absolutamente legítima”.

Apenas producida la invasión rusa sobre Afganistán a fines de 1979, Sajarov alzó su voz contra esa decisión del Kremlin. También pidió un boicot contra los Juegos Olímpicos de Moscú próximos a celebrarse. La reacción política no tardó en llegar. En enero de 1980 fue confinado sin juicio ni condena en una humilde casa de la ciudad de Gorki. Durante esos años escribió un ensayo de memorias autobiográficas. Su esposa denunció que agentes de la KGB le robaron tres veces el manuscrito de más de 1000 páginas.

En 1986, un año después del ascenso de Mijail Gorbachov al poder, Sajarov retornó a su hogar de Moscú y a la investigación en la academia de ciencias. Producida la tragedia nuclear de Chernobyl, se incorporó al parlamento como aliado crítico de Gorbachov.

En 1988 Sajarov viajó a París para entrevistarse con el líder político polaco Lech Walesa, que cinco años atrás también había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

Pocas semanas antes de su muerte, el principal científico nuclear ruso del siglo XX fue nombrado miembro de la comisión gubernamental para redactar una nueva constitución soviética. Sobre su mesa de trabajó descansaba un borrador de una nueva constitución para la “Unión de Repúblicas Soviéticas de Europa y Asia”.

La figura y el legado político de Andrei Sajarov continúa incomodando hasta hoy a las máximas autoridades de Rusia. En enero de este año el presidente Vladimir Putin ordenó el cierre del Centro Cultural que lleva el nombre del físico nuclear.

A fines de 2021, después de un discurso crítico de Putin sobre la figura del creador de la bomba de hidrógeno, la Corte Suprema dispuso la clausura de la organización Memorial Internacional, cofundada y presidida en su momento por Sajarov.

Ese mismo año el parlamento europeo le había otorgado el Premio Sajarov a la libertad de pensamiento al dirigente opositor Alexey Navalny, quien días atrás fue condenado a 19 de reclusión en un establecimiento penal de máxima seguridad.

(Con información de Infobae)

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